De lo que más me gusta cuando voy a cine, es la de poderme ver cintas que me dejen pensando horas, días, quizá semanas o hasta toda una vida en las cosas que me llegaron hondo muy hondo. Muchas están en esa lista y muchas de esas las repito hasta casi aprenderme algunos diálogos o hasta encontrarle nuevos significados a algunos pasajes, pues como todas las cosas, dependen muchas veces del contexto desde donde se mire para darles un significado.
Confieso que hoy llegué a la sala de cine con unos ánimos no muy subidos, no tanto por la cinta que ya bien sabía yo que es bastante buena, si no porque uno, por más que lo quiera, no siempre está del todo feliz o del todo contento, como si la totalidad en los estados anímicos existiera.
Así pues que me dispuse a disfrutar de dos horas de algo que después me dejó con buenas sorpresas y una alegría inmensa en el corazón, quizá por sentir que descubrí una joya, quizá porque verla fue un estímulo intelectual y emocional, o quizá, porque me vi a mi misma muchas veces reflejada allí.
Ya suficiente tenía yo con leer el post de Ernesto que no hacía sino darme vueltas en la cabeza sin parar de la misma manera que me pasaba después de leer el diario de Ana Frank cuando yo apenas empezaba la universidad, como cuando se que las noticias de Colombia no cuentan toda la verdad y cuando estoy conciente de que nada se de la realidad del planeta; y me fui a ver Persépolis, pero al margen de lo que fue la guerra pre – Islámica y posteriormente Irak-Irán, yo vi a una niña transformarse en mujer a través de la historia de su ciudad natal.
La curiosidad de Marjane cuando niña me encantaba, esa capacidad reflexiva a la tierna edad de 9 años pocos la tienen y se asombra ya uno cuando se topa con niños de esta genialidad. Pero lo que más me gusta es el empuje que Marjane le pone a las cosas, no dejarse callar, cuestionar, proponer, revolucionar tanto así que sus padres deciden que ese país ni ese momento es para ella y deciden enviarle lejos.
Antes de marchar, su abuela le dijo las mejores cosas a su nieta. Esa noche que pasó con ella dormida entre sus pechos con olor a flores de jazmín también me hizo recordar a mi abuela, con ese temperamento tan fuerte que tenía, con esa dulzura casi ausente con la que me abrazaba las noches que me dejaba dormir con ella, hasta la noche anterior cuando murió. Mi abuela no me heredó frases ni enseñanzas que yo recordara como un tesoro por el resto de mi vida, como si lo hizo la abuela de Marjane, quién le dijo cosas como “El primer matrimonio sirve de aprendizaje para el segundo”, o “Siempre es posible actuar de otra manera” y el que más me gustó y que quisiera aplicarlo: “Se honesta contigo misma”.
Fuera de la obligatoriedad del velo, las prohibiciones y las obligaciones, me topé con la joven que fui yo alguna vez y recuerdo cuando, sin llegar al extremo de hablar con un dios en mis sueños creyéndome muerta, decidí tirar mis pastillas al traste y levantarme para seguir luchando. Y aún lucho, lucho por mi, por mis sueños, por mis objetivos.
Así pues, como Marjane se levantó y pelió de una forma tan particular inspirada en el Ojo del Tigre tal cual Rocky Balboa, así habré de hacerlo día a día…
Ojo de tigre |
|
Risin’ up back on the street So many times, it happens too fast It’s the Eye of the Tiger Face to face, out in the heat Risin’ up straight to the top
autor: Survivor |
Voy subiendo por las calles, Muchas veces, pasa muy rápido, Es el ojo del tigre Cara a cara, afuera en el calor Subiendo directo a la cima
|